La flacidez tiene estéticamente una connotación negativa porque se relaciona con el envejecimiento cutáneo. El daño subyacente de las proteínas que conforman el tejido: el colágeno y la elastina, es la causa de esa pérdida de elasticidad y firmeza de la piel. Cambios morfológicos como las arrugas, la papada y los pliegues en la zona del cuello y escote son los primeros signos de la disminución de la producción de colágeno. A partir de los 35 años las precauciones y cuidados de la piel deben intensificarse porque disminuye la actividad autoreparadora de la piel.

La recurrente por estos días “operación bikini” lleva a muchas personas a realizar dietas aceleradas para perder peso sin pensar en los riesgos que corren y en el descolgamiento que pueden sufrir los tejidos. Antes de someterte a una dieta sin control, piensa que con la pérdida de peso también se pierde masa muscular e hidratación de los tejidos y aparece la desagradable flacidez. Combinar tratamientos reductores con tratamientos reafirmantes y ejercicio físico es muy importante para que los tejidos no se relajen.

Para mantener un cuerpo y gluteos firmes en algunas ocasiones debemos complementar los ejercicios físicos con tratamientos específicos para dichas zonas de nuestro cuerpo. Muchas veces descuidamos esta segunda parte por falta de tiempo o por indecisión, sin darnos cuenta que no solamente la piel del rostro necesita de cuidados especiales para mantenerse saludable sino que el resto de nuestro cuerpo también requiere de los mismos si deseamos que luzca en perfecto estado.

Los tratamientos reafirmantes son procedimientos que se llevan a cabo con el fin de restablecer la elasticidad y tonicidad de los tejidos. Es importante tener en cuenta que para obtener resultados positivos y duraderos es fundamental tener constancia, ya que de lo contrario, lo más probable es que el efecto del tratamiento no sea el esperado.